Después de unos dÃas en ParÃs, decidimos darnos "una vuelta" por Strasbourg... y lo cierto es que mereció la pena.
A unas tres horas de la capital de su paÃs, y muy bien conectada por trenes de alta velocidad, Strasbourg es una pequeña ciudad, sede de varios edificios de la Unión Europea, pero que no ha perdido su encanto.
Su casco histórico, medieval, bien diferenciado de los edificios modernos, aglutina lo más caracterÃstico de la arquitectura de la zona. Pero, pese a todo, sabe conjugar lo clásico con lo moderno: tranvÃa y pequeños canales; turismo y tranquilidad...
Y, aunque fui con amigos, me pareció ideal para una escapada romántica.