Cuando todo el mundo llegó, fuimos por las calles de Malasaña hasta El Pez Gordo, ubicado en C/del Pez, 6. El restaurante tiene un ambiente agradable y aunque era la hora de cenar, no tuvimos problemas en coger una mesa. Pedimos una botella de vino rosado para empezar y miramos la carta durante un rato. HabÃa muchas buenas opciones, pero nos sedujeron las croquetas de la mesa de al lado que parecÃan caseras. Como en ninguna noche de tapeo pueden faltar las croquetas decidimos pedir una ración para nosotros. También probamos la ensalada de tomate y queso fresco, las berenjenas con miel y las migas.
La comida estuvo riquÃsima y el ambiente era relajado y bueno. No sentimos la necesidad tener que salir del sitio o tener que pedir más comida. Y lo mejor: al salir, vimos un cartel en el bar de al lado anunciando mojitos de fresa y mango. Era la manera perfecta para terminar la comida y despertar nuestra alma nocturna.
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